Querida hija,
El día que me veas vieja, te
pido por favor que tengas paciencia, pero sobre todo trata de
entenderme. Si cuando hablamos, repito lo mismo mil veces, no me
interrumpas para decirme “eso ya me lo contaste”, escúchame por
favor. Recuerda los tiempos en que eras niña y yo te leía la misma
historia, noche tras noche hasta que te quedabas dormida....
Acuérdate de las miles de excusas que tenía que poner para que te bañaras cuando yo no me quiera bañar, no me regañes y por favor no trates de
avergonzarme.
Cuando veas
mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para
aprender, y por favor no hagas esos ojos ni esas caras de desesperada.
Recuerda mi querida, que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer, andar, vestirte, peinarte como afrontar y
lidiar con la vida.
El día que notes que me estoy volviendo vieja, por
favor, ten paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme. Si
ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el
tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nerviosa,
impaciente o arrogante. Solamente ten presente en tu corazón que lo más
importante para mí es estar contigo y que me escuches. Y cuando mis
cansadas y viejas piernas, no me dejen caminar como antes, dame tu mano,
de la misma manera que yo te las ofrecí cuando diste tus primero pasos.
Cuando estos días vengan, no te debes sentir triste o incompetente de
verme así, sólo te pido que estés conmigo, que trates de entenderme y
ayudarme mientras llego al final de mi vida con amor. Y con gran cariño
por el regalo de tiempo y vida, que tuvimos la dicha de compartir
juntas, te lo agradeceré con una enorme sonrisa y con el inmenso amor
que siempre te he tenido y tendré.
MAgnifico post. No lo conocia pero te voy a seguir y promocionar. Gracias por compartir estos relatos.
ResponderEliminarGracias Mabel! Nos seguimos:)
Eliminar